Tardó veinte años en construirse, tenía el doble de tamaño que el Louvre y el Museo Británico, y costó mil millones de dólares, financiados por Japón y el Gobierno egipcio. Doce galerías exhibían más de cien mil objetos, entre ellos, por primera vez, el conjunto funerario completo de Tutankamón (casi 5400 objetos), que abandona para siempre el antiguo museo de El Cairo después de cien años.
El 4 de noviembre se inauguró oficialmenteel Gran Museo Egipcio (GEM), coincidiendo con el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón por el arqueólogo británico Howard Carter en 1922. No se trata de una coincidencia, sino del hilo conductor de una larga historia que concierne a toda la humanidad.
Creado para aliviar y complementar al antiguo Museo de El Cairo, inaugurado en la plaza Tahrir en 1902, el GEM pretende añadir un fragmento moderno a un pasado esencial, marcado por la pompa faraónica y el asfixiante colonialismo, para que el hombre contemporáneo tome conciencia de sus orígenes. Durante la ceremonia de inauguración, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi elogió el proyecto como «un nuevo capítulo en la historia del presente y el futuro de Egipto, en nombre de esta antigua patria». En resumen, se está materializando un sentido de pertenencia: si las generaciones anteriores no lo lograron, las actuales no pueden eludir la urgente necesidad de reconciliarse con su propia memoria.
Un legado complejo de gestionar, entre rituales antiguos y las experiencias más contemporáneas de protección y valorización. Explica Rosanna Pirelli, profesora de Egiptología y Arqueología Egipcia en la Universidad de Nápoles L'Orientale. De 2008 a 2012 fue directora del Centro Arqueológico del Instituto Italiano de Cultura en El Cairo. Ha participado en numerosos proyectos de investigación y excavación, tanto italianos como extranjeros, en Egipto e Italia. En Italia, en particular, colaboró con el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles en el proyecto de exposición de la colección egipcia (reinaugurada en 2016) y actualmente es directora científica de la nueva exposición de objetos egipcios y de inspiración egipcia procedentes del templo perdido de Isis, construido en Benevento en el octavo año del reinado de Domiciano.
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